ritual pretendía devolverle a la diosa una parte de la sabiduría y fuerza que ella ofrecía a los seres humanos. El fuego de Gabija protegía los hogares de los
ladrones y de los demonios. Podía adoptar formas zoomorfas como la de gato, un gallo o una cigueña; también solía aparecer como una mujer vestida de rojo. A este espíritu del Fuego la gente lo alimentaba con pan y sal. Ella era el protector del
hogar y la familia; a veces le dejaban un recipiente con agua limpia cerca de la chimenea para que Gabija pudiera lavarse. Antes de la llegada del Cristianismo, esta Diosa del Fuego primordial era venerada en forma de Fuegos sagrados en santuarios situados en los Bosques o en las Riberas de los ríos, servidos por sacerdotisas llamadas Vaidilutes. Ella también era diosa del maíz y otros granos que se convirtió en el pan que cada día nace con el milagro de la cocina con su Fuego.
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